Un parque siempre verde de arboles robustos, de troncos fuertes y siempre frondosos se halla en el corazón de la gran ciudad. Entre los árboles hay un rosal. Yo soy el rosal. Mis raíces son fuertes, numerosas, se hunden en la tierra fresca y suave, que cada vez se va endureciendo más y más. Tierra oscura, fría y húmeda. Mi tallo es delgado, pero firme y duro, lleno de unas espinas que gusto lucir a modo de coraza, como protección y hasta como adorno. No me molestan, tampoco es que me gusten demasiado, solo están allí. Están en mí, esas espinas también soy yo. Subiendo por mis ramas, me divido y encarno en unas cuantas flores suaves, de color celeste. Tengo brotes y algunas pequeñas hojas verdes intentan captar la luz del sol. El viento me mece, puede recorrer mis pétalos, mis ramas, se sienten sus caricias. El sol comienza a brillar y me entrega su energía y crezco, no sé hacer otra cosa que no sea esa: crecer.
Siento cómo el agua pura que sube desde las profundidades de la tierra y corre por mis venas, por mis tallos, por mis ramas, por mis manos, por todo mi ser. Respiro. Respiro una y otra vez, respiro junto al cosmos.
Me veo rodeado de otros arbustos y árboles, pero ningún otro posee rosas como las mías, son hermosas. Las flores también soy yo. Los días transcurren en semanas, y las semanas se transforman en meses, las estaciones implacables dejan su marca y el otoño me deshoja, el invierno me hiela, a la luz de la primavera comienzo a gestar botones llenos de esperanza, y el calor del verano logra sacar lo mejor de mí.
Abro los ojos... y es la esencia, mi esencia. No importa si soy un rosal, un hombre, un ave, el mar, el cielo, los ojos de una mujer: porque siempre soy yo mismo, en esencia, en alma, en ímpetu y en amor. Estoy y soy cada parte de mi mismo, y el todo. Vivimos, nos hacemos polvo en tierra, y puede que volvamos a vivir en las rosas, en parques, en ríos, en aire; cada fragmento nuestro es parte para siempre de la naturaleza. Nadie podría decir que su cuerpo, sus brazos, sus pies, sus labios, no son a la vez él mismo. El es para siempre sus brazos en flor, sus pies caminan en el cielo en forma de nubes, sus letras en forma de poemas danzan en la mente de un enamorado, y de alguna forma vivirá para siempre, moviéndose junto a las energías infinitas del universo.