domingo, 23 de agosto de 2009

Tres días de secano

Sobre el primer día de secano

Por más fuerte que era el impulso, por más potente pues lo sentía latir junto a mi corazón (más bien era él mismo quien me susurraba), no hice caso. El secano había hecho de mi un nudo, un enredo confuso que caminaba entre la gente sin dirección.
Si bien sabía lo que quería, una niebla cubría aquellos ojos con los que veo realmente el mundo.
Seguía avanzando, hasta que de pronto y sin aviso alguno... me sentí llevado por una especie de impulso, justo hacia donde me empujaba mi corazón:
Una oleada de gente marchando hacia el mismo lugar, verdaderas bandadas de sentimientos con piernas, avanzábamos a través de las calles, en busca de una respuesta ilógica para sobrellevar el secano.
Y allá al fin, en donde la vista se hunde en un mar ciego de ansias, ya no hay niebla, solo nubes.
Un sueño dentro del sueño, es lo que queda por trazar en el fin del comienzo de ésta antiventisca. Un sueño que comparto junto a dos lunas, un sueño que solo podría llegar a cumplirse en otro sueño dentro de esta noche azul.


Carta para el segundo día de secano

Segundo día de secano. Las aguas han bajado considerablemente, todo río tiene su cause, pero éste en especial parece obedecer a las tribulaciones que le abordan cada día. El temporal y el secano le han afectado, lo han cambiado.
Poco a poco deja ver que ya no es el mismo, tal y como en el hombre; tras la tormenta amaina y surge el joven viento de la calma, a medida que las aguas descienden, muestra su rostro la verdadera tierra, ya renovada y llena de vitalidad para dejar florecer en ella nuevos pastos.


Del tercer día de secano.

Del tercer día de secano, no se tiene registro.

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